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.Que delicado. La ex rehén de las FARC, Ingrid Betancourt, hoy más famosa que nunca, sigue secuestrada por lo que le sucedió y es presa de la curiosidad y del morbo colectivo.
Sólo Ingrid Betancourt, con la ayuda de sus seres queridos, podrá escapar airosa de este nuevo embate, el que esta vez atenta contra su privacidad. Si lo sabe manejar bien, sobrevivirá. Y si quiere ser de nuevo dirigente política, tendrá que preparar su estómago y evitar las ganas de vomitar ante tanto hedor repugnante.
Ella guarda un gran secreto. En una entrevista sobre el tema nada agradable sobre si sufrió o no abusos sexuales durante su cautiverio y reveló que no se lo ha contado ni a su propia familia."Sé que tendré que hablar de eso pero ni siquiera se lo he dicho a mi familia", declaró Betancourt en una entrevista en un programa radiofónico matinal de la cadena privada RMC.
"Mis hijos y mi mamá no saben nada de mis condiciones de detención", agregó la ex rehén de las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) durante seis años y cuatro meses.
Confirmó, sin embargo, que sufrió "torturas físicas" y "humillaciones" de todo tipo."Es muy duro para mí hablar de eso. Fue muy duro psicológicamente", manifestó la ex prisionera de las FARC.Hasta el momento, Betancourt ha rechazado siempre dar detalles sobre el trato que sufrió durante su cautiverio, incluso al veterano periodista estadunidense de la CNN, Larry King, quien la entrevistó el miércoles en vivo.La ex candidata a la presidencia de Colombia también rechazó responder a una pregunta sobre si tiene futuro la relación con su marido, Juan-Carlos Lecompte, formulada por una oyente a través de los micrófonos de RMC."Necesito tiempo y hacerme un espacio", declaró a la cuestión sin aclarar más detalles sobre su relación, que su marido desde Colombia ha dado casi por muerta en varias entrevistas tras el saludo frío entre ambos el día de su rescate.Por otro lado, en una entrevista publicada este viernes por el diario Liberation, Betancourt rechazó los comentarios que apuntan a que su secuestro el 22 de febrero de 2002 fue su culpa por exponerse demasiado en una zona de guerrilla."No fue mi culpa. Fui a San Vicente por una cuestión de principios. Es un horror oír que yo me lo busqué o que yo era nada más que una víctima más en un país en guerra en el que hay muchos muertos", sostuvo.Dramático: Ingrid reconoció que se encuentra muy cansada y anticipó que tendrá que cancelar su participación en eventos y dar más entrevistas. ¿Lo hará?.
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