martes, 24 de agosto de 2010

Zombies en La Habana


El joven director de cine cubano Alejandro Brugués comenzará en septiembre próximo los rodajes del filme "Juan de los Muertos", una comedia de terror en la que La Habana es invadida por una legión de zombies caníbales, anunciaron medios de comunicación cubanos.

La nueva película de Brugués es una coproducción entre La Zanfoña Producciones de España y Producciones de la 5ta Avenida, de Cuba, según refiere la estatal Agencia de Información Nacional (AIN).

Brugués aseguró que "hay diversión para todos los gustos" en esta historia de zombies, un filme de ficción en el que la gente entra en pánico mientras corren rumores de que los disturbios son causados por fuerzas al servicio de los Estados Unidos.

El héroe de esta historia cinematográfica es el personaje de Juan, encarnado por el actor Alexis Díaz de Villegas, quien de acuerdo con el argumento se dedica a exterminar a los familiares infectados por un módico precio.

El elenco también incluye a Andros Perugorría, hijo del conocido actor cubano Jorge Perugorría, y a Jorge Molina, entre otros.

En esta coproducción cubano-española también participan el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Canal Sur, Televisión Española, la Junta de Andalucía, y los proyectos Ibermedia, Cinergia y Latinofusión.

Brugués, de 34 años, se graduó de la especialidad de guión en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, La Habana, y se dio a conocer como director con su ópera prima "Personal Belongings" ("Efectos personales"), con la que ganó premios en los festivales internacionales de Guadalajara (México) y La Habana.

Su carrera como guionista comenzó con los largometrajes "Bailando chachachá", "Tres veces dos (Lila)", y "Frutas en el café".

Cubano de nacionalidad, Brugués nació en Buenos Aires, Argentina, el 21 de agosto de 1976, y estudió también Publicidad, Psicología y Filología.

EFE

Isla sin mar (por Yoani Sánchez)

YOANI SANCHEZ

Desde el muro del malecón no hay tanto que mirar. Un plato azul que de vez en cuando se molesta y lanza sus olas espumosas sobre la avenida que lo limita. No se ven veleros, apenas un par de remendados botes autorizados por la capitanía del puerto. En verano, los adolescentes se lanzan hacia las cálidas aguas, pero en invierno se alejan temiéndole a las salpicaduras y al viento frío. Un barco hace la ruta de este a oeste cada noche; sombra en el horizonte que controla a posibles balseros escapando hacia el estrecho de la Florida.

Justo ahora estamos en los meses del año en que la avenida costera entra en su mayor ebullición. Pero todo ocurre entre el arrecife y la calle, ni soñar que ese dinamismo se extienda a la amplia extensión salada que hay al otro lado.¿ Cuándo fue que comenzamos a vivir de espaldas al mar? ¿En qué momento esa parte del país, que también es nuestra, dejó de pertenecernos? Comer pescado, dar un paseo en yate, mirar los edificios desde la cadencia de una ola, disfrutar del contraste de azules que hay en el comienzo del primer veril. Quiméricas acciones en una ciudad con litoral, delirios punzantes en una Isla que parece flotar en la nada y no en el Caribe.

Tengo la ilusión que un día para alquilar aunque sea una chalupa con remos no sea necesario mostrar un pasaporte extranjero. Las velas volverán a adueñarse de esta bahía, nos harán recordar que vivimos en una Habana marítima, nacida entre el grito de los corsarios y el fragor del puerto. El pargo desplazará a las clarias y a las tencas de nuestros platos y desde el muro del Malecón –con las piernas colgando hacia el diente de perro–saludaremos una hilera de botes que parten y retornan al Morro.

GENERACION Y