domingo, 5 de abril de 2009
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Chávez atrapado en el círculo del odio y del enojo
Lamento decirlo, pero es inevitable llegar a la conclusión siguiente: Hugo Chávez, Presidente de Venezuela por obra de sus propios impulsos y reconcomios, en ocasiones habla de amor, es cierto, pero no le salen estas expresiones del corazón, con naturalidad. Y esto sucede porque está atrapado y ya no puede salir del círculo del odio y del enojo.
En un momento del pasado pudo haber roto ese círculo, pero no lo hizo.
Ahora su labor diaria es eliminar de la mente de todos los venezolanos que hay o puede haber opciones diferentes a él, y esto lo hace no por una razón ideológica sino psicológica. (psicomaníaca, diría mi fallecido tío, psiquiatra de profesión).
El metamensaje (*) que trata de transmitir Chávez es que "por más que tu, compatriota encuentres algunos argumentos como ser pensante, yo los derrotaré."
Por ello mismo, les dice a sus adversarios a cada rato: "Los tenemos rodeados, ¡ríndanse!".
Este día en que una juez sometida, condenó a 30 años a los comisarios Vivas, Forero y Simonovis y dictó condenas adicionales a otros policías metropolitanos, el círculo se ha cerrado más.
Antier le dijo de todo a la Corte Penal Internacional y se abrazó a uno de los más sanguinarios dictadores que el mundo haya conocido, el sudanés Omar Al Bashir.
Todos los días con sus noches el mandatario se ocupa de sus casos. Ya podemos imaginarnos cuáles son sus órdenes precisas y contundentes:
"Infórmame", "Averíguáte ese dato...", "Síguelo", "Persíguelo" "Grábalo", "Dale", "Rodéadlo", "No tengas piedad", "Humíllalo", "Sácalo", "Despídelo", "Cúlpalos", "Senténcialos", "Gracias por tu ayuda", "No le pares", "Enfréntalos", "Insúltalo", "Dale...", "Pulverízalos", "Aniquílalos", "Aplástalos", Demuéstrenle quien manda", "Sacúdelos", "Vamos a quitarles el poder", "No permitiremos que hablen ni que circulen tranquilos por las calles", "Mételos presos", "Tírales lacrimógenas", "Hostígalos"...
En esta "mala onda" ...
No se trata de la perfección sino de la perversión.
No se trata de convencer sino de vencer.
No se trata de ganar sino de imponer.
No se trata de recomendar sino de señalar.
No se trata de hablar sino de vociferar.
No se trata de respirar sino de transpirar.
No se trata de hacer sino de destruir.
No se tratar de denominar sino de etiquetar.
No se trata de conducir sino de obligar.
... y así podríamos seguir mencionando cosas durante horas y horas.
No sólo Hugo está en este círculo. Muchas personas que están cerca de nosotros se han endurecido, de han amargado, son profundamente infelices y agresivas. No tienen objetivos edificantes en la vida y sólo se 'contentan' logrando el descontento de los demás.
A todos ellos tenemos que amarlos, y amarlos hasta que nos duela, y por eso mismo, tenemos que lograr que rectifiquen.
Este círculo del odio y del enojo se puede romper, claro, si uno se lo propone ...
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