sábado, 14 de marzo de 2009

Cambio de muebles en Cuba


Sustituir los muebles no significa cambiar de casa. Se nota una nueva apariencia, y los objetos se ven desde otra perspectiva. Pero seguimos bajo el mismo techo y las cuatro paredes que nos apuntalan.

Eso es lo que ha hecho el gobierno del general Raúl Castro: diseños cosméticos. Reemplazó once ministros, pero mantuvo las reglas del juego. Y de paso, a los nuevos, les envió mensajes de ida y vuelta.

Uno: no piensen. Dos: quieran a su líder más que a su madre, su padre o sus hijos. Tres: soñar con ser presidente es un pecado mortal, una traición. Si cumplen esas reglas de oro, podrán estar años en sus cargos.

Los medios extranjeros y los cubanólogos se devanan los sesos analizando variantes y lecturas ocultas. Algunos opositores en la isla ingenuamente piensan que Raúl Castro está acomodando fichas, para lanzar una versión criolla de la perestroika. Otros ya nos ven sitiados de empresas capitalistas y economía de mercado, al estilo chino.

Puro espejismo. El “cambiazo” masivo es una guerra de clanes. Raúl sólo confía en los suyos. Como en cualquier dictadura, el general basa su poder en la lealtad personal por encima de todo. Olvídense de ideologías.

A Fidel sólo le importaban sus intereses políticos. No quería amigos, sólo aduladores. Tras estos cambios, vendrán otros; es probable que leyes anacrónicas se vengan abajo. Pero aún habrá un solo partido, y sólo tendremos derecho a leer la opinión oficial.

Al igual que en la bandera, solamente puede haber una estrella. Los demás, objetos decorativos. Como los muebles.

Iván García Quintero
La Habana

Vía | Penúltimos días

No hay comentarios: