A propósito de su post denominado Cola, que publicó el escritor francés Jean-François Fogel en su blog Boomeran(g), comentando de manera ingeniosa un aspecto que pudo constatar en su viaje a Caracas, como lo es la "inmovilidad compartida" de los vehículos en las calles de nuestra capital (¡el estacionamiento más grande de Venezuela!), le remití el siguiente comentario que deseo compartir con mis lectores:
Dos horas y media promedio demoro yo en trasladarme de mi casa al trabajo y viceversa, en Caracas.
No obstante, hay días complicados en los cuales demoro 3 y 4 horas.
Si me veo en la necesidad de trasladarme a uno u otro sitio, en taxi (ni pensar en mi carro porque no no hay estacionamientos), de milagro puedo realizar una diligencia en la mañana y otra en la tarde, porque las movilizaciones demoran 1, 2 horas, dependiendo del sitio.
Otro cuento es el de las personas que viven en sectores residenciales distantes o -peor- en las ciudades satélites y utilizan autobuses, que deben salir a las 4 de la mañana porque de lo contrario no llegan a sus trabajos a las 7:30-8:00 am, hora usual de entrada y retornan a sus casas a las 9 ó 10 de la noche.
Todos los caraqueños, por ello, somos "doctores" en noticias, en radioescuchismo y en oir música, por lo cual todo el mundo tiene un radioreceptor, un ipod, un mp3 o un mp4.
La ciudad nos aprisiona, como a Ingrid la secuestró la guerrilla.
Saludos, amigo Fogel.
Dos horas y media promedio demoro yo en trasladarme de mi casa al trabajo y viceversa, en Caracas.
No obstante, hay días complicados en los cuales demoro 3 y 4 horas.
Si me veo en la necesidad de trasladarme a uno u otro sitio, en taxi (ni pensar en mi carro porque no no hay estacionamientos), de milagro puedo realizar una diligencia en la mañana y otra en la tarde, porque las movilizaciones demoran 1, 2 horas, dependiendo del sitio.
Otro cuento es el de las personas que viven en sectores residenciales distantes o -peor- en las ciudades satélites y utilizan autobuses, que deben salir a las 4 de la mañana porque de lo contrario no llegan a sus trabajos a las 7:30-8:00 am, hora usual de entrada y retornan a sus casas a las 9 ó 10 de la noche.
Todos los caraqueños, por ello, somos "doctores" en noticias, en radioescuchismo y en oir música, por lo cual todo el mundo tiene un radioreceptor, un ipod, un mp3 o un mp4.
La ciudad nos aprisiona, como a Ingrid la secuestró la guerrilla.
Saludos, amigo Fogel.
Héctor Luna
Blog sin gasolina
http://sin-gasolina.blogspot.com/
Nota adicional 1: Lamenté no haber sabido de la conferencia dictada por Jean-François Fogel, con motivo de su libro La Prensa sin Gutenberg, pero ignoro si hubiera tenido tiempo para llegar :-))
Nota adicional 2: No saben quienes viven en otras partes del mundo que también en ciudades del interior del país las calles se convierten en grandes estacionamientos. Ya sabemos que en otras urbes se presentan problemas parecidos, pero -como frecuentemente decimos aquí- mal de muchos consuelo de tontos.
Nota adicional 3: Me decía en estos días un adolorido colista en la cola de un supermercado: "Cuando uno nace no sabe que durante su vida pasará horas y horas haciendo cola". (cola = fila)
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